jueves, 7 de julio de 2016

La dominación imperial en los siglos XIX y XX

La dominación imperial en los siglos XIX y XX
Imperialismo

Imperialismo, como se define en el Diccionario de Geografía Humana, es una relación humana y territorial desigual, por lo general en forma de un imperio, basado en ideas de superioridad y las prácticas de dominación, que implica la extensión de la autoridad y el control de un Estado o pueblo sobre otro o también puede ser una doctrina política que justifica la dominación de un pueblo o Estado sobre otros; habitualmente mediante distintos tipos de colonización (de poblamiento, de explotación económica, de presencia militar estratégica) o por la subordinación cultural (aculturación). El sociólogo estadounidense Lewis Samuel Feuer identificó dos subtipos principales del imperialismo: el primero es el "imperialismo regresivo" identificado con la pura conquista, la explotación inequívoca, el exterminio o reducciones de los pueblos no deseados, y el asentamiento de los pueblos deseados en esos territorios. El segundo tipo identificado por Feuer es "imperialismo progresista" que se basa en una visión cosmopolita de la humanidad, que promueve la expansión de la civilización a las sociedades supuestamente atrasadas ​​para elevar los estándares de vida y la cultura en los territorios conquistados, y la asignación de la gente conquistada a asimilarse a la sociedad imperial. Aunque los términos "imperialismo" y "colonialismo" están muy relacionados, no son sinónimos.

Imperios coloniales en 1800
Los Imperios han existido a lo largo de toda la historia, desde su mismo comienzo en la Edad Antigua, pero el uso del término "imperialismo" suele limitarse a la calificación de la expansión europea que se inicia con la era de los descubrimientos (siglo XV) y se prolonga durante toda la Edad Moderna y Edad Contemporánea hasta el proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial.
Imperios coloniales en 1914
Más específicamente, la expresión Era del Imperialismo, utilizada por la historiografía, denomina al periodo que va de 1880 a 1914, en que se produjo una verdadera carrera para construir imperios coloniales, principalmente con el llamado reparto de África. A ese periodo se refieren dos de los textos más importantes que fijaron el concepto: Imperialism a study, de Hobson, y El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin.
La perspectiva marxista entiende el imperialismo no esencialmente como una forma de dominación política, sino como un mecanismo de división internacional del capital y el trabajo, por el que la propiedad del capital, la gestión, el trabajo de mayor cualificación y la mayor parte del consumo se concentran en los países "centrales"; mientras que en los países "periféricos", que aportan el trabajo de menor cualificación y los recursos naturales, sufren un intercambio desigual que conduce a la explotación y el empobrecimiento. En politología también se emplea la nomenclatura "norte-sur" para esta forma de relación.

¿QUÉ ES EL IMPERIALISMO?
Es difícil dar una definición de imperialismo simple y acotada, ya que es un proceso histórico muy complejo, pero podríamos describirlo como una doctrina política en la que un Estado pretende situarse por encima de otros Estados o comunidades. Dentro de esta acepción podríamos identificar distintos procesos similares en momentos muy diferentes de la historia, pero aquí nos abocaremos al llamado Imperialismo Moderno del siglo XIX.
Desde 1870 –aproximadamente- hasta 1919 (tras el fin de la Primera Guerra Mundial) se da lo que algunos historiadores han llamado la “Era del Imperialismo”. Este período está caracterizado por una intensa expansión colonial en la que los países más poderosos salen a dominar territorialmente enormes regiones dando origen a grandes imperios coloniales.
Las causas que empujaron una nueva expansión ultramarina han sido diversas. Las naciones industrializadas vieron en la conquista de nuevas tierras una forma de acceder a recursos naturales y materias primas que necesitaban para sus producciones industriales, lo que se acompañaba además de mano de obra barata. A su vez, se desarrollarían en los nuevos dominios mercados en los que vender esa misma producción.
Posesiones coloniales en 1800.
La acumulación de capitales que existía en los países industriales propició otro mecanismo de dominación económica -que prosperó junto con el dominio colonial- el de los créditos y empréstitos a gobiernos, y las inversiones con altos márgenes de ganancias.
Desde un plano político, la colonización de vastas zonas de África y de Asia era considerada de alto valor estratégico, ya sea para el control de áreas de importantes riquezas, o vías de comunicación.
En un segundo lugar, las colonias funcionaron de hecho como vía de escape para muchos problemas políticos y sociales que se daban en la metrópolis. Inglaterra –país líder del capitalismo industrial se convirtió en el primer Estado Imperialista, gracias a sus enormes posibilidades económicas y a su poderosa flota marítima.
EL IMPERIALISMO EN EL SIGLO XIX: LOS DISTINTOS IMPERIOS
El imperio Británico fue el más poderoso y extendido del mundo, llegando a abarcar en las primeras décadas del siglo XX una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de los territorios del planeta.
Posesiones coloniales en 1898
Francia, Alemania, Italia y Rusia se lanzaron también a la conquista de colonias. Pero no sólo las potencias europeas intervinieron en el Imperialismo colonizador de fines del siglo XIX, Estados Unidos y Japón también se lanzaron en la búsqueda de nuevas conquistas.
Ahora que conocemos las causas y los protagonistas de este proceso, pasemos a ver brevemente cómo se dio su evolución histórica. En primer lugar cabe aclarar que ya desde siglos anteriores existían dominios coloniales en Asia, África y Oceanía. Durante la década de 1870, se dieron una serie de anexiones a cargo de diferentes países, pero el proceso se dio en forma bastante espontánea.
Sin embargo, ya para la década de 1880, la disputa de determinados territorios y la rivalidad entre las potencias que buscaban superar en poderío a sus contrincantes llevaron el afán colonizador hasta el conflicto bélico. En 1880, estalló la guerra entre los ingleses y los bóers (antiguos colonos de origen holandés), en lo que hoy es Sudáfrica.
 Esta coyuntura llevó a que los estados imperialistas firmaran acuerdos entre sí para establecer ciertas “reglas” en la apropiación de territorios coloniales.
Los conflictos continuaron latentes a través de los siguientes años, hasta aflorar nuevamente con toda su crudeza en las vísperas de la Primera Guerra Mundial. En los años siguientes de la “Era del imperialismo” el proceso de colonización se acentuó y se aceleró. En menos de una generación se produjo el llamado “reparto de África”, se dominó las poblaciones de Asia central y meridional, y se produjo la colonización de las tribus aborígenes de Oceanía. A pesar de los múltiples movimientos de resistencia de las comunidades locales, el poderío bélico y económico de las potencias logró sofocarlos. 
CONSECUENCIAS DEL IMPERIALISMO

Imperialismo tuvo numerosas consecuencias, por un lado para los países capitalistas y colonizadores, pero sobre todo para los territorios colonizados. La superioridad económica, armamentística y de infraestructuras de las potencias colonizadoras obligó literalmente a estos pueblos a convertirse en meros instrumentos para el enriquecimiento de los imperios. Muchas de estas consecuencias, por no decir todas, se siguen dejando ver, por ejemplo, en el África negra, un territorio que ha perdido su identidad desde la época del imperialismo y cuyos países llevan años sumidos en irracionales guerras civiles. Una de las consecuencias más evidentes tiene que ver con el ámbito geográfico, y es la reordenación de numerosos terrenos y la aparición de grandes imperios, en especial el Imperio Británico. Estos imperios dominaban grandes zonas de terreno con fronteras difusas, y habitualmente obligaban a los pueblos que allí vivían a unirse o separarse en contra de su voluntad. Esto creó tensiones contra los imperios y entre los propios pueblos, algunas de las cuales persisten hasta hoy en día. También se produjeron numerosos cambios sociales. Muchas poblaciones indígenas fueron apartadas de sus territorios, otros optaron por el éxodo rural para trabajar como obreros, construyendo infraestructuras o en plantaciones agrícolas. Muchos sufrieron la llamada marginalidad urbana. 

Consecuencias del Imperialismo
Por otro lado, los pueblos colonizados tuvieron que dejar atrás su cultura, su lengua o sus tradicionales religiosas para acatar las normas, leyes y creencias de los pueblos imperialistas. Principalmente se impuso la religión cristiana y las lengua francesa e inglesa, provocando en los pueblos colonizados una pérdida de sus valores y señas culturales ancestrales. Las colonias también fueron territorio habitual de combate entre las potencias colonizadoras. Estos terrenos, alejados de la “madre patria” eran unos buenos lugares para medir fuerza en batalla sin causar pérdidas en la propia nación. Por ello, muchas de estas naciones colonizadas no vivieron en tranquilidad con la llegada de los colonizadores, sino que en muchos casos también fueron obligadas a combatir contra el enemigo del imperio. Una de las principales razones que tenían los colonizadores para establecerse en los nuevos territorios era aprovechar su potencia económica y de infraestructuras para sacar todo el beneficios posible de los recursos naturales que poseían dichas colonias. En este sentido, también se cambiaron los métodos tradicionales de producción en pos de otros sistemas más europeos y mecanizados. El sistema de agricultura de subsistencia ancestral dejó paso a nuevos métodos cuyo objetivo principal era lograr el mayor volumen de exportaciones posible. En definitiva, las colonias se convirtieron en un buen sitio donde adoctrinar a las gentes, saquear los recursos, abastecer a la metrópoli y dirimir batallas contra los enemigos. Esto provocó el aumento de las tensiones con los pueblos y entre imperios que terminarían por desembocar en la 1ª Guerra Mundial.
LAS JUSTIFICACIONES IDEOLÓGICAS DEL IMPERIALISMO
Los estados imperialistas, especialmente Gran Bretaña y Estados Unidos, justificaron sus actuaciones en los países que colonizaban no solo argumentando causas políticas y económicas, sino también razones supuestamente racionales. Ciertamente, los países imperialistas pusieron en marcha una compleja maquinaria propagandística e ideológica cuyo objetivo era presentar y convencer a toda su población de que sus motivos para realizar tales acciones estaban justificados desde un punto de vista moral.
La más importante de estas justificaciones se basó en la que se ha venido llamado la teoría del darwinismo social. Esta teoría, derivada de los estudios sobre la evolución de las especies de Charles Darwin, que indicaba que el proceso evolutivo no solo se aplicaba a los animales, sino también a la especie humana y a las instituciones gubernamentales.
Darwinismo social
Así, las instituciones más avanzadas y más fuertes eran naturalmente más aptas para la supervivencia y tenían el derecho de extenderse sobre las demás para “civilizarlas” e implementar en otros lugares menos desarrollados su forma de vida superior. Según esta línea de pensamiento, los pueblos dominados eran inferiores, por lo que no solo era el derecho de los países más poderosos sino incluso su deber moral ayudarles a mejorar a través de su dominio y de la extensión de su vasto conocimiento.
Con el tiempo, esta visión llegó a radicalizarse enormemente y en algunos sectores políticos se estableció la creencia de la “supervivencia del más apto“, es decir, que para continuar evolucionando se tenía que exterminar a aquellos individuos que fueran más débiles, que no fueran considerados válidos para la sociedad o que, directamente, fueran tenidos como inferiores, pues lastraban la mejora de la sociedad. Este tipo de creencias se extendió mucho y se encuentra en la base de actuaciones tales como el exterminio sistemático de indígenas, la aplicación de teorías relacionadas con la eugenesia y de diversas políticas de mejora de la raza aria impuestas por el gobierno nazi, por citar solo algunos ejemplos.
Asimismo, muy relacionada con esta teoría se encuentra otra idea que se hizo muy popular durante la época imperialista y que defendía que había una gradación o una escala evolutiva también en las razas humanas que indicaba que el hombre blanco era la especie más evolucionada del planeta. A partir de él y en una escala descendente, el resto de las razas eran consideradas más primitivas, lo que le daba a los pertenecientes a esa cúspide evolutiva una ventaja natural sobre los demás. Esas personas que se encontraban por debajo de ellos según esta ideología eran consideradas menos inteligentes, menos desarrolladas y menos capaces en todos los ámbitos, llegándose en muchos casos a considerar al resto tan inferiores que se presentaba la necesidad de que fueran custodiados y titulados por quienes se consideraban sus superiores en todos los sentidos.
Exterminio sistemático de indígenas
Esta forma de pensar daba al imperialismo un claro revestimiento moral: las acciones que se llevaban a cabo en diferentes territorios de África, Asia y Oceanía no estarían realizando acciones hostiles contra territorios que eran iguales que ellos, sino que estaban ejerciendo la obligación que tenían de tutelar y llevar a la civilización a aquellos pueblos que prácticamente se consideraban salvajes. Su superioridad, por lo tanto, les daba todo el derecho que necesitaban para llevar a cabo las actividades relacionadas con la dominación y explotación de diversos territorios de otros continentes.
La sociedad Industrial
Comenzó a surgir una nueva sociedad inspirada en los principios del liberalismo y alimentada por la expansión de la Revolución Industrial, al tiempo que Europa era sacudida por acontecimientos políticos como la era Napoleónica y la restauración. El triunfo de la máquina sobre el trabajo manual hizo que florecieran la industria y el comercio. La población industrial urbana se dividió: una mayoría de obreros y una minoría de empresarios. Las diferencias entre ricos y pobres aumentaron y entre estos dos sectores surgió la clase media que dependía en parte de la propiedad y en parte del trabajo. Surgieron movimientos obreros y huelgas que desencadenaron la conformación de sindicatos.
La revolución de 1830 en Francia y la crisis
En julio de 1830 se presentó un levantamiento de burgueses que llevó al triunfo y ocasionó la abdicación del rey. Luis Felipe de Orleans fue elegido como nuevo rey se dio paso de esta forma a una monarquía burguesa y liberal que puso fin a la Restauración. La revolución repercusiones en el resto de Europa y se configuraron dos bandos: uno de gobiernos liberales compuesto por estados occidentales y otro, autoritario y reaccionario, fiel a la Restauración compuesto por Prusia, Austria y Rusia.

 El auge del Nacionalismo
Los Nacionalismos
La revolución de 1848, originada en Francia y que despertó otra ola revolucionaria en Europa, alteró el orden monárquico burgués impuesto en 1830, este proceso avivó un fuerte nacionalismo y enrumbó a Europa hacia la consolidación de nuevas naciones. Los burgueses proclamaron de nuevo la República, poniendo fin a la monarquía. Se inició así l llamada Segunda República que termino en el golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte (sobrino de Napoleón I). Eta segunda ola revolucionaria fusionó al liberalismo y al nacionalismo e involucró al pueblo en acontecimientos políticos. Se realizó el cambio de monarquías absolutistas a monarquías constitucionales y se hizo evidente la gran fuerza de los nacionalistas y liberales, quienes en los años siguientes alcanzaron importantes logros al concretarse la unidad en varias naciones, entre ellas Italia y Alemania.
Nuevas ideas sociales
Manifiesto Comunista
Como consecuencia de la modernización y del progreso, la situación del obrero empeoraba. En la Europa revolucionaria de 1848 apareció el socialismo científico cuyos ideólogos fueron Karl Marx y Friedrich Engels. Marx desarrolló una teoría según la cual el socialismo era el resultado necesario de la lucha entre dos clases: el proletariado y la burguesía. Posteriormente investigó el proceso de desarrollo del capitalismo que originó esas clases y el conflicto que sostenían entre sí; elaboró la teoría de la plusvalía, motor de la producción capitalista y fuente de la explotación de la mano de obra. Marx y Engels elaboraron el Manifiesto comunista Que resume su filosofía social, el cual sirvió de plataforma a la Liga Comunista.
Las democracias a partir de 1870
Desde 1870, el panorama europeo contrastó con el de las décadas anteriores, pues varias naciones se unificaron e iniciaron su proceso de ascenso; se consolidaron las democracias más importantes de Europa y se dio inicio a la segunda etapa de la Revolución Industrial que se caracterizó por la técnica, la química y la electricidad. Al finalizar el siglo XIX, las principales naciones europeas practicaban una democracia parlamentaria, con excepción de la Rusia donde el poder lo continuaba ejerciendo la monarquía.
Asia en el siglo XIX
Repartición de China
A pesar de que Asia desde Épocas muy antiguas existieron sólidas monarquías que habían permanecido inamovibles durante cientos de años, los europeos en un rápido proceso colonizador impulsados por sus intereses económicos y políticos, ocuparon los imperios asiáticos e instauraron en ellos regímenes coloniales para imponerles lenguas, educación y leyes extranjeras. La excepción fue Japón. Inglaterra ocupó Egipto y gran parte del Cercano Oriente, mientras que Francia e Italia se repartieron al Norte de África. En el Lejano Oriente, Inglaterra ocupó India y la puso en manos de una compañía inglesa. Este dominio se mantuvo hasta mediados del siglo XIX, cuando la situación cambió con ocasión del gran motín de 1857 y fue Inglaterra la que administró la colonia y la compañía comercial.
China, el imperio más antiguo y prestigioso del Extremo Oriente, fue dominado por Inglaterra desde 1842. El despojo y reparto definitivo de China se realizó en 1895, antecedido por la guerra Franco-China de 1882 que dio a Francia el control de Indochina. Japón también tenía intereses en China y le declaró la guerra a Francia. Con la victoria japonesa se inició el reparto de China: Francia tomó el suroeste, Inglaterra el sur y el Yang Tsé, Japón y Rusia el noroeste, Alemania e Inglaterra la península de Shandong y Hong Kong fue cedido por 99 años a Inglaterra. Desde 1997 Hong Kong volvió a ser de China.
África en el siglo XIX
Como resultado de la Revolución Industrial, que impulsó a las potencias europeas a anexar importantes naciones de África sahariana y del África negra, cambiaron las relaciones de Europa con los estados africanos. Este proceso culminó con la repartición imperialista de 1885 y las consiguientes resistencias y enfrentamientos entre las potencias. La Conferencia de Berlín entre 1884 y 1885 legalizó la repartición de África: Congo pasó a Bélgica, Italia ocupó a Libia, y Francia ocupó el protectorado de Marruecos junto a España. La ocupación europea no fue aceptada pasivamente por las naciones africanas. Su resistencia se volvió constante en las colonias y la represión europea fue sangrienta.
Bibliografía
Enciclopedia Temática Ilustrada MAESTRA, Grupo editorial Norma, 1999
Ciencias Sociales Redes de Aprendizajes, Rodríguez Mauricio y otros, Ediciones SM S.A., 2012,  Bogotá, D.C
Web Grafía

2 comentarios:

  1. que pasaba en sur-América durante la revolución industrial?

    att:alvaro jose veloza campo
    8°2

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  2. Después leer todo, no se quedo claro sobre la segunda revoluciona industrial.
    ¿A qué se llama Segunda Revolución Industrial?

    Alumno: Macias Vergara Denilson Jesús
    Curso: 801

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