La Edad Media
LAS INVASIONES NORMANDAS
Al desintegrarse el imperio carolingio no sólo
se perdió la unidad sino también la paz, porque hacia el final del siglo VIII
se inicio una nueva oleada invasora, esta vez protagonizada, por los normandos o vikingo, habitaban la península Escandinava
(hoy Suecia, Noruega y Dinamarca) y que consideraba como sus enemigos a los
reinos cristianos.
Las nuevas invasiones conquistaron, gracias a sus
habilidades como navegantes, las islas británicas, el extremo sur de Italia y
la isla de Sicilia, parte de la actual Rusia y el oeste de Francia (Normandía )
y saquearon cuanto pudieron los territorios de la Europa continental que no lo
lograron someter militarmente; se sabe, incluso, que llegaron a la costa de
Norte América, se cree que allí debieron fundar una colonia, estas no debieron
ser permanentes ni muy pobladas por cuanto no se han conservado vestigios
arqueológicos de ellas.
Allí donde estuvieron, los normandos contribuyeron a
la construcción de nuevos Estados, como lo fue el caso de Inglaterra y Rusia.
Las invasiones de los pueblos barbaros no
habían sido las últimas, Desde el 793 Europa fue azotada por otros pueblos
guerreros como fue los vikingos, nombre que se le daba a los normandos,
escandinavos y daneses.
Se dedicaron al saqueo de los pueblos que se
encontraban en las costas o ribera de los ríos.
EL FEUDALISMO
Con la formación de los reinos barbaros en los
años que siguieron a la caída del Imperio romano, la economía y la
sociedad perdieron su carácter comercial y urbano, para convertirse en
una cultura agrícola y rural.
Esta tendencia se acentuó con el ascenso
de los carolingios. La ruralización de la vida europea fue la característica
más importante del siglo IX al XV y recibió el nombre de FEUDALISMO o régimen feudal
El FEUDALISMO fue
el sistema económico, político y social que caracterizó a Europa
Este sistema se apoyó en un conjunto de
instituciones que imponían obligaciones de obediencia y servicios.
Los hombres que habían recibido feudos del rey eran vasallos del rey o señor, éstos a
su vez debían obediencia a otro hombre libre llamado señor. El señor, tenía la obligación de
proteger y sostener al vasallo.
Cada señor era a su vez vasallo de otro más
poderoso, pero soberano de su propio feudo
El feudo consistía grandes extensiones de
terreno, casi siempre de labranza, que entregaba el señor al vasallo para que
lo explotara ,pero no era dueño de él. A su vez el vasallo debía entregarle una
renta anual a su señor comprometiéndose a obedecerle y a servirle.
El vasallo para cumplir daba centros de trabajos
llamados villas o dominios que dividían en mansos, que eran parcelas
entregadas a los siervos nombre que recibían los campesinos. El señor feudal
podía administrar y hasta castigar.
Los ritos más conocidos en el feudalismo, se
componía de varios actos mediante los cuales se simbolizaba el sometimiento del
vasallo al señor, los más usuales tenemos:
· El homenaje (homage) -del vasallo al señor-
consistía en la postración o humillación -habitualmente de rodillas-,
· el osculum (beso),
· la inmixtio manum -las manos del vasallo, unidas en
posición orante, eran acogidas entre las del señor-, y alguna frase que
reconociera haberse convertido en su hombre.
· Tras el homenaje se
producía la investidura -del señor al vasallo-, que
representaba la entrega de un feudo (dependiendo de la categoría de vasallo y
señor, podía ser un condado, un ducado, una marca, un castillo, una población,
o un simple sueldo; o incluso un monasterio si el vasallaje era eclesiástico) a
través de un símbolo del territorio o de la alimentación que el señor debe al
vasallo -un poco de tierra, de hierba o de grano, se componía de varios actos
mediante los cuales se simbolizaba el sometimiento del vasallo al señor.
· El espaldarazo, en el que el vasallo recibe una espada
(y unos golpes con ella en los hombros), o bien un báculo si era religioso.
Castillo Feudal
La
consagración del poder feudal se manifestó en la época medieval a través
del castillo, símbolo supremo del poderío señorial.
SOCIEDAD FEUDAL
La sociedad feudal se distinguía por su estricta
jerarquía o subordinación de las clases sociales inferiores a los
superiores. Dividida de la siguiente manera:
· A la cabeza se encontraba el rey o emperador quien se encargaba de gobernar,
administrar, dirigir a los ejércitos y decidir cuándo y por qué se debía
emprender una guerra.
· La nobleza alta, esencialmente
guerrera, y los grandes prelados de la iglesia católica como los obispos
y arzobispos, cuyos representantes se encargaban de cumplir con las funciones
administrativas, civiles y eclesiásticas, que el monarca no podía abarcar
· La nobleza baja entre ella se encontraban los miembros
del bajo clero como son los sacerdotes y obispos menos poderosos y los caballeros u hombres que se habían distinguido
militarmente.
· Los campesinos libres, semilibres y
siervos, cuya posición
hereditaria en la escala social muy rara vez les permitían ascender
socialmente.
Los caballeros: era
el término que se refiere a un guerrero o noble .En la Edad
Media se empleó para distinguir a los soldados que usaban armaduras e
iban a caballo. En el siglo XIII los caballeros no solo se vestían de un
modo distinto a los demás hombre de la milicia, sino que adoptaron un código de
conducta, caballeresco, que consistía en el cultivo de una serie de
virtudes como la humildad, la fidelidad, la persecución del mal y de los
malvados, la cortesía para las damas y mujeres en general, el honor el
sacrificio, el temor de Dios, la valentía, el espíritu de sacrificio y el
heroísmo. Su coraje solía demostrarse, aparte de las guerras, en los torneos
entre caballeros.
Los campesinos En
el régimen feudal solían disponer de sus propios instrumentos de labor,
rudimentario y primitivo por lo general, pero indispensable, así como también
de la fuerza de trabajo personal sobre la base de la unidad de producción
familiar.
Las mujeres: en
la sociedad feudal, las mujeres vivían casi al margen. Las de la nobleza podían
recibir alguna educación y si no se casaban, por lo general terminaban su vida
en algún convento, y si lo hacían, su labor se limitaba a cuidar los
hijos y obligaciones domésticas en el castillo del esposo. Las mujeres
campesinas, debían colaborar en todas la actividades del campo y las demás
hilaban lana para hacer ropa.
Economía feudal
Las invasiones que sufre Europa durante más de cien
años (normandos, musulmanes, eslavos) con la caída del Imperio romano y el
posterior debilitamiento del Imperio Carolingio frenarán la actividad económica
hasta las puertas del año 1000. Al comienzo de ese año, la sociedad medieval
sufrió una serie de transformaciones que fortalecieron a un más el régimen
feudal.
Es en este momento cuando se extienden modernas
técnicas agrícolas que, existiendo anteriormente, habían quedado reducidas a
pocos espacios territoriales. Entre ellos cabe destacar el aumento en el uso de
los molinos de agua como fuerza motriz y de las acequias (canal o zanja para
conducir agua) para riego, extendiendo los cultivos y liberando mano de obra.
Además, mejoran los métodos de enganche de los animales, especialmente el
caballo y el buey, cuya cría aumenta de manera notable y permitirá disponer de
animales de tiro en abundancia. Los instrumentos de uso agrícola, como el arado
o la azada, generalmente de madera, son sustituidos por otros de hierro.
La explotación agraria feudal era de subsistencia.
Los siervos cultivaban lo suficiente para mantenerse a sí mismos y para pagar
los diezmos a la Iglesia y la renta al señor. De la recolecta se separaban
también las semillas necesarias para la siguiente siembra. Los mercados urbanos
se abastecían con las porciones de los diezmos y la renta.
Los cultivos se organizaban en torno a las
poblaciones en tres anillos. El primero y más cercano a la población se
dedicaba a las frutas y hortalizas. El segundo era para los cereales, principal
sustento de la época. El tercer núcleo eran tierras de pasto y monte explotadas
de forma comunal. Los pastos comunales limitaban por tanto la expansión de las
tierras de cereales e impedían ampliar la extensión cultivada según la demanda
de la población.
La rotación de cultivos era el principal sistema
utilizado para evitar el deterioro de la tierra. Este método consiste en sin
cultivar una parte de la tierra cada año para permitir su regeneración.
En las regiones mediterráneas se usaba la rotación bienal, según el cual la
mitad de las tierras quedaba sin cultivar cada año. En las regiones europeas
atlánticas se usaba la rotación trienal: un tercio de la tierra para cereal de
ciclo largo -de invierno-, otro tercio para cereal de ciclo corto -verano- y el
último tercio sin cultivar.
La tierra que quedaba sin cultivar se dedicaba
a uso comunal, permitiendo que los animales pastasen en ella.
El aumento de la producción como consecuencia de las
innovaciones supone ya en el siglo XI una reducción de las prestaciones
personales de los siervos a sus señores en cuanto a horas de trabajo,
sustituyéndose por el pago de una cuantía económica o en especie. Se reducen
las tierras del señor y aumentan los arrendamientos. Al mismo tiempo, los
campesinos aumentan sus rentas disponibles y ganan en independencia.
Se incrementa el número de tierras roturadas y
comienza el periodo de eliminación de los bosques europeos, drenaje de las
tierras empantanadas, la extensión de los terrenos arados lejos de las aldeas y
la construcción dispersa de casas campesinas. Las mejores tierras atraen a una
mayor masa de población y se producen migraciones en todo el centro de Europa.
El crecimiento de la población es notable a partir del 1050, llegándose a
duplicar la población de Inglaterra en 150 años y se triplicará hacia el final
de la Edad Media. En el siglo XI las hambrunas han desaparecido.
A partir del siglo XII, la existencia de excedentes
incrementa el comercio más allá de las fronteras del señorío. Las actividades comerciales
permiten que surja una incipiente burguesía, los mercaderes, que debe realizar
su trabajo pagando igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos
a los señores, que a su vez incrementan con ello sus recursos. Las rutas de
peregrinaje son los nuevos caminos por donde se abre el comunidades
situadas en sus vías de acceso florecen. Las ciudades, burgos, son al mismo
tiempo espacios de defensa y de comercio conforme avanza el tiempo y se va
gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV.
Caída del feudalismo
A partir del siglo XIII, la mejora de las técnicas
agrícolas y el consiguiente incremento del comercio hizo que la burguesía fuera
presionando para que se facilitara la apertura económica de los espacios
cerrados de las urbes, se redujeran los tributos de peaje y se garantizaran
formas de comercio seguro y una centralización de la administración de justicia
e igualdad de las normas en amplios territorios que les permitieran desarrollar
su trabajo, al tiempo que garantías de que los que vulnerasen dichas normas
serían castigados con igual dureza en los distintos territorios.
Las ciudades que abrían las puertas al comercio y a
una mayor libertad de circulación, veían incrementar la riqueza y prosperidad
de sus habitantes y las del señor, por lo que con reticencias pero de manera
firme se fue diluyendo el modelo. Las alianzas entre señores eran más comunes,
no ya tanto para la guerra, como para permitir el desarrollo económico de sus
respectivos territorios, y el rey fue el elemento aglutinador de esas alianzas.
El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a
partir de entonces inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto
que los señores tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían
recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, ‘tasas
por escudo’) a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos
tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar tropas profesionales
que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas que
los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la
introducción de nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron que la
caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra.
La decadencia del feudalismo se aceleró en los
siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las caballerías francesa e
inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por
los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los
soldados profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado
juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no
hereditarios y que normalmente tenían una duración de meses o años. Este
‘feudalismo bastardo’ estaba a un paso del sistema de mercenarios, que ya había
triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.
LA CRISTIANIZACIÓN
Desde que el cristianismo fue aceptado como una
religión oficial en todo el imperio romano de oriente y occidente, sus
emperadores se encargaron de promoverlo, reforzarlo y difundirlo en Europa,
al oeste asiático y el norte de África.
Con la protección imperial, la iglesia, como
institución encargada de dirigir la vida espiritual, logró acumular grandes
riquezas, especialmente en tierras, y también poder, en la medida en que empezó
a tutelar la conciencia y a inmiscuirse en los asuntos políticos.
La ciudad de Roma se convirtió en
capital de la cristiandad occidental y en sede del papa o jerarca supremo de la
iglesia.
Tras la desintegración de la iglesia del Imperio
romano, el papel de la Iglesia se acrecentó aún más por que la religión
cristiana fue considerada como el vínculo unificador entre los pueblos barbaros
y principal emblema de la vida civilizada.
La Iglesia conservó el uso del escrito y hablado del
latín; estimuló la educación; fomento el arte; recató el pensamiento de los
griegos y romanos; inculcó el sentimiento de pertenencia a la cristiandad;
dirigió por toda Europa la construcción de iglesias y catedrales para difundir
el culto cristiano; promovió la evangelización de los pueblos barbaros que aún
no habían sido evangelizados; impuso orden y autoridad donde se había perdido,
e incorporó en su doctrina muchos principios éticos y jurídicos del derecho
romano.
La Iglesia se ganó el respaldo de los reyes al
incentivar y proteger el poder real como una gracia divina. Se colocó en
importancia al lado de los monarcas e incluso por encima de ellos, algunas
veces.
La Iglesia, al igual que una sociedad común, también
presentaba divisiones, a su cabeza se encontraba el papa u
obispo de Roma, a continuación el alto
clero integrado por los por
obispos, arzobispo, cardenales y abades y después el bajo clero conformado por el conjunto de
sacerdotes
En la edad Media, los miembros del clero era por lo
general de origen noble y gozaban de bienes en tierra y muchos privilegios,
mientras que la mayoría de los sacerdotes eran persona iletradas de origen
humilde que habían elegido el sacerdocio para escapar de la pobreza, vivían en
el sector rural y llevaban una vida similar a la de los campesinos a los que
educaban, sin mucha preparación, en la fe cristiana.
La Iglesia, como institución protectora de la pureza
de la fe cristiana, se dedicó a combatir aquellas doctrinas o innovaciones
religiosas que consideraban ajenas al cristianismo. El contacto de los europeos
con otros pueblos de creencias diferentes, a raíz de las cruzadas, la amenaza
musulmana y los rezagos de las religiones paganas (politeísta) de los barbaros,
pero también de la antigüedad grecoromana, contribuyó a la aparición de
herejías o doctrinas diferentes al cristianismo.
LAS CRUZADAS
Jerusalén ha sido, desde los tiempos del Imperio
romano, una ciudad religiosa para los cristianos y los musulmanes y, en aquella
época, desde el siglo VII cayó en poder de estos últimos.
Se denomina como Cruzadas a la serie de campañas,
comúnmente militares, que a partir del siglo XI se emprendieron desde el
Occidente cristiano contra los musulmanes para la recuperación de Tierra Santa.
Estas campañas se extendieron hasta el siglo XIII y se caracterizaban por la
bendición que les concedió la Iglesia, otorgando a los particulares
indulgencias espirituales y privilegios temporales a los combatientes
El origen de las Cruzadas
La I Cruzada fue predicada por el Papa Urbano II en
el Concilio de Clermont (1095), tras la conquista de Jerusalén por los turcos
seljúcidas (1076) y las peticiones de ayuda del emperador bizantino Alejo I
Comneno. Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con su clara
connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de
ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma y Constantinopla,
que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos,
afianzando su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de desviar
la guerra endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que
pudiera ser común a todos ellos, la lucha contra el infiel.
Se denomina como Cruzadas a la serie de campañas,
comúnmente militares, que a partir del siglo XI se emprendieron desde el
Occidente cristiano contra los musulmanes para la recuperación de Tierra Santa.
Estas campañas se extendieron hasta el siglo XIII y se caracterizaban por la
bendición que les concedió la Iglesia, otorgando a los particulares
indulgencias espirituales y privilegios temporales a los combatientes
El origen de las Cruzadas
La I Cruzada fue predicada por el Papa Urbano II en
el Concilio de Clermont (1095), tras la conquista de Jerusalén por los turcos
seljúcidas (1076) y las peticiones de ayuda del emperador bizantino Alejo I
Comneno. Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con su clara
connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de
ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma y Constantinopla,
que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos,
afianzando su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de desviar
la guerra endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que
pudiera ser común a todos ellos, la lucha contra el infiel.
El éxito de esta iniciativa y su conversión en un
fenómeno histórico que se extenderá durante dos siglos, se deberá tanto a
aspectos de la vida económica y social de los siglos XI al XIII, como a
cuestiones políticas y religiosas, en las que intervendrán una gran variedad de
agentes: como la difícil situación de las masas populares de Europa occidental;
el ambiente escatológico, que hacía de la peregrinación a Jerusalén el
cumplimiento del supremo destino religioso de los fieles; o los intereses
comerciales de las ciudades del norte de Italia que participaban en estas
expediciones y que encontraron en las cruzadas su oportunidad de intensificar
sus relaciones comerciales con el mediterráneo oriental, convirtiéndose en las
grandes beneficiarias del proceso. Los comerciantes italianos reabrieron el
Mediterráneo oriental al comercio occidental, monopolizaron el tráfico y se
convirtieron en intermediarios y distribuidores en Europa de las especies y otros
productos traídos de China e India.
También tuvo su papel la necesidad de expansión de
la sociedad feudal, en la que el marco de la organización señorial se vio
desbordado por el crecimiento, obligando a emigrar a muchos segundones de la
pequeña nobleza en busca de nuevas posibilidades de lucro. De esta procedencia
eran la mayoría de los caballeros franconormandos que formaron la mayor parte
de los contingentes de la primera cruzada.
Las ocho Cruzadas
La historiografía tradicional contabiliza ocho
cruzadas, aunque en realidad el número de expediciones fue mayor. Las tres
primeras se centraron en Palestina, para luego volver la vista al Norte de
África o servir a otros intereses, como la IV Cruzada.
La I cruzada (1095-1099)
dirigida por Godofredo de Bouillon, Raimundo IV de Tolosa y Bohemundo I de
Tarento culminó con la conquista de Jerusalén (1099), tras la toma de Nicea
(1097) y Antioquia (1098), y la formación de los estados latinos en Tierra
Santa: el reino de Jerusalén (1099), el principado de Antioquia (1098)y los
condados de Edesa (1098) y Trípoli (1199).
La II Cruzada (1147-1149)
predicada por San Bernardo de Clairvaux tras la toma de Edesa por los turcos, y
dirigida por Luis VII de Francia y el emperador Conrado III, terminó con el fracasado asalto a Damasco
(1148).
La III Cruzada (1189-1192) fue una consecuencia
directa de la toma de Jerusalén (1187) por Saladino. Dirigida por Ricardo
Corazón de León, Felipe II Augusto de Francia y Federico III de Alemania, no
alcanzó sus objetivos, aunque Ricardo tomaría Chipre (1191) para cederla luego
al Rey de Jerusalén, y junto a Felipe Augusto, Acre (1191).
La IV Cruzada (1202-1204),
inspirada por Inocencio III ya contra Egipto, terminó desviándose hacia el
Imperio Bizantino por la intervención de los venecianos, que la utilizaron en
su propio beneficio Tras la toma y saqueo de Constantinopla (1204) se
constituyó sobre el viejo Bizancio el Imperio Latino de Occidente, organizado
feudalmente y con una autoridad muy débil. Desapareció en 1291 ante la reacción
bizantina que constituyeron el llamado Imperio de Nicea, al tiempo que Génova
sustituía a Venecia en el control del comercio bizantino.
La V (1217-1221) y la VI Cruzada (1228-1229) fue la más extraña de
todas, dirigida por un soberano excomulgado, Federico II de Alemania, alcanzó
unos objetivos sorprendentes para la época: el condominio confesional de
Jerusalén, Belén y Nazaret (1299), status que sin embargo duraría pocos años.
La VII (1248-1254)
Cruzadas, dirigidas por Andrés II de Hungría y Juan de Brienne, y Luis IX de
Francia, respectivamente, tuvieron como objetivo el sultanato de Egipto y ambas
terminaron en rotundos fracasos.
La VIII cruzada (1271)
también fue iniciativa de Luis IX. Dirigida contra Túnez concluyó con la muerte
de San Luis.
CONSECUENCIAS
Las Cruzadas, además de ponerle freno por algún
tiempo a la expansión de los turcos seljúcidas, tuvieron otras y muy
importantes consecuencias, algunas imprevistas, porque:
· Estimularon el
comercio entre Europa y Asia al recuperar su libertad de navegación por el Mediterráneo,
lo cual favoreció a las ciudades sobre sus costas
· Incrementaron los
conocimientos geográficos y manufactureros de los europeos
· Fomentaron
innovaciones tecnológicas en las armas de guerra y en la construcción de
barcos.
· Dieron un gran
prestigio al papado como defensor de la cristiandad, porque los papa perdonaron
a varios personajes de las cruzadas.
· Aminoraron las guerras
interiores.
· Incidieron en la
movilidad social.
· Contribuyeron a crear
un sistema de impuesto.
Las Cruzadas influyeron en múltiples aspectos
de la vida medieval, aunque, en general, no cumplieron los objetivos esperados.
Casi todas las expediciones militares sufrieron importantes derrotas. Jerusalén
se perdería en 1187 y lo que quedó de las posiciones cristianas tras la III
Cruzada hasta su definitiva pérdida en el siglo XIII (San Juan de Acre -1291)
se limitaba a una estrecha franja litoral cuya pérdida era cuestión de tiempo.
Además, los señores de Occidente llevaron sus diferencias tanto a las propias
Cruzadas (Luis VII de Francia y Conrado III en la II Cruzada; Ricardo Corazón
de León y Felipe II Augusto en la III) como a los estados cristianos fundados
en Tierra Santa, dónde los intereses de los diferentes grupos dieron lugar a
numerosos conflictos.
En el intento de re ensamblar las cristiandades
latina y griega, no sólo falló la Cruzada, sino que acentuó el odio y la
diferencia entre ellas, convirtiéndose en causa última de la ruptura definitiva
entre Roma y Bizancio. Cierto es que Bizancio pidió ayuda a Occidente, pero al
modo tradicional, pequeños grupos de soldados que le ayudasen a recobrar las
provincias perdidas, no con grandes ejércitos poco dispuestos a someterse a la
disciplina de los mandos bizantinos, o que se convirtieran en poderes
independientes en las tierras que ocupasen o en la propia Constantinopla, como
ocurrió en la IV Cruzada.
LA CRISIS DE LA EDAD MEDIA
La Baja Edad Media
Este periodo de la Edad Media se
caracterizó por la recuperación del comercio internacional, la ampliación
de las tierras de cultivos y la mejora en las herramientas de labranza, el
fortalecimiento del poder real, el resurgimiento de la vida urbana y la renovación
de la cultural.
Las cruzadas contribuyeron a revivir el antiguo
comercio entre Europa y Asia, a través del Mediterráneo oriental y
occidental, y gracias éste la economía de Europa se mejoró por igual, había que
producir bien para las exportaciones, tanto agrícolas como manufactureras.
El comercio interno se hizo muy fuerte en las
ciudades alemanas aledañas al mar Báltico y en las italianas asentadas
sobre el Mediterráneo.
La apertura de nuevos caminos pronto unió estos dos
focos de desarrollo con el resto de Europa y contribuyó con el resurgimiento de
antiguas ciudades o a la creación de otras.
La mejora de las técnicas de la labranza a partir
del siglo XI, como el empleo de
nuevos rastrillos, hoces y arados con ruedas, el yugo frontal para uncir los
bueyes y los herrajes y collares para valerse de la fuerza de los caballos, la
utilidad de los molinos de vientos o hidráulicos y la rotación de cultivos para
evitar que la tierra perdiera sus nutrientes, incrementaron las cosechas, lo
que sirvió para alimentar a más personas y generar excedentes para el comercio
local y exterior.
Entre los siglos X y XII, el clima de Europa se
tornó más cálido y este cambio tuvo un efecto saludable en la vida de la gente,
favoreció cosechar en abundancia trigo, cebada y vid. El cambio
climático, unido a la posibilidad de comer más que ante, así como a la embargo,
se vio interrumpido bruscamente por la llegada de la fiebre bubónica, o
“peste negra”.
Esta enfermedad le causó la muerte a 25 millones de
la población de Europa, ésta volvió recuperarse, surgiendo una nueva demanda de
alimentos y otros productos de consumo que hicieron revivir la agricultura, el
comercio y las manufacturas.
El comercio, contribuyó a modificar la estructura
feudal de la tierra el promover actividades distintas a la agricultura, y
aparece una nueva clase social, en las ciudades, que se especializó en diversos
oficios que le brindaron grandes riquezas, permitieron a los reyes tener un
alternativa de ingresos por impuestos distintos a las rentas sobre la tierra,
independizarse de la nobleza y recuperar lentamente su autoridad.
A final de la Edad Media, aparecieron los primeros
Estados nacionales en Inglaterra, Francia y España.
Las migraciones de siervos y campesinos hacia las
urbes, en busca de mejores oportunidades de vida, también afecto la gran
propiedad feudal y la importancia de los señores feudales.
Durante esta época la Iglesia también perdió
gran parte de su poder como consecuencia de divisiones internas inesperadas y
de su renuencias a llevar a cabo reformas necesarias. Nuevos conceptos acerca
del mundo, el ser humano y el cosmos contribuyeron, a mirar la influencia de
esta institución en la cultura y la educación, por lo que la religión terminó
por ceder ante las conquistas científicas y los nuevos métodos de estudios e
investigación que surgieron durante el Renacimiento.
La Gioconda de Leonardo Davinci |
BIBLIOGRAFÍA
Borja Gómez Jaime Humberto. Procesos Sociales 7.Editorial Santillana S.A. Bogotá 1995
Ortiz Rodríguez María Carlota y otros. Ejes Sociales 7 Grupo Editorial Educar. Bogotá 008.
Jiménez Monquí Jenny Rocío y otros. Socialmente 7 Editorial Voluntad
Direcciones Electrónicas para ampliar tus conocimientos
WEB GRAFÍA
www.wilkipedia.com
http://www.monografias.com/trabajos4/feudal/feudal.shtml
http://mgar.net/var/cruzadas.htm
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