martes, 16 de noviembre de 2010

El Imperio Bizantino

EL   IMPERIO   BIZANTINO
 EL IMPERIO BIZANTINO: Mientras en Occidente la invasión de los bárbaros terminó con la unidad política, en Oriente, el Imperio Romano se mantuvo intacto y sobrevivió durante mil años más. Constantinopla, su capital, emplazada en la antigua colonia griega de Bizancio, contaba con una excelente situación económica que le permitió mantener un ejército bien dotado y una administración eficaz. Con estos elementos consiguió superar y desviar los ataques exteriores. La historia del Imperio Romano de Oriente comenzó en el año 395, cuando Teodosio el Grande dividió el imperio entre sus dos hijos, y a Arcadio le asignó el bizantino. En el siglo VI surgió un emperador que soñó con unificar el antiguo Imperio Romano y dedicó sus esfuerzos a lograrlo. Justiniano
 Justiniano
El mundo bizantino
Las mayores concentraciones de población estuvieron siempre en la parte asiática del Imperio, especialmente en el litoral egeo de Asia Menor.
Las ciudades del imperio bizantino fueron: Constantinopla su capital, fue espectacular en los siglos IV , Alejandría, Antioquía , Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Trebisonda, Edesa, Nicea, Tesalónica, Tebas y Atenas.
El siglo VI supuso un importante retroceso de la urbanización debido tanto a las guerras como a una desdichada sucesión de epidemias y catástrofes naturales. En el siglo siguiente, tras la pérdida de Siria, Palestina, Egipto y Cartago, sólo quedaron dos grandes ciudades en el Imperio: la capital y Tesalónica.
Economía
Como en el resto del mundo en la Edad Media, la principal actividad económica era la agricultura que estaba organizada en latifundios, en manos de la nobleza y el clero. Cultivaban los cereales, frutos, las hortalizas y otros alimentos vegetales.
La principal industria era la textil, basada en talleres de seda estatales, que empleaban a grandes cantidades de operarios. El Imperio dependía por completo del comercio con Oriente para el abastecimiento de seda, hasta que a mediados del siglo VI unos monjes  nestorianos lograron llevar capullos de gusanos de seda a Justiniano. El Imperio comenzó a producir su propia seda —principalmente en Siria—, y su fabricación fue un secreto celosamente guardado y desconocido en el resto de Europa hasta al menos el siglo XII.
Hay que destacar la gran importancia del comercio. Por su situación geográfica, el Imperio Bizantino fue un intermediario necesario entre Oriente y el Mediterráneo, al menos hasta el siglo VII, cuando el Islam se apoderó de las provincias meridionales del Imperio. Era especialmente importante la posición de la capital, que controlaba el paso de Europa a Asia, y al dominar el Estrecho del Bósforo, los intercambios entre el Mediterráneo (desde donde se accedía a Europa occidental) y el Mar Negro (que enlazaba con el Norte de Europa y Rusia).
El comercio bizantino entró en decadencia durante los siglos XI y XII, a causa de las ruinosas concesiones que se hicieron a Venecia, y, en menor medida, a Génova y a Pisa.
Un importante elemento en la economía del Imperio fue su moneda, el sólido bizantino y el besante, de extendido prestigio en el comercio mundial de la época.
El Emperador
El jefe supremo del Imperio Bizantino era el Emperador, que dirigía el Ejército, la administración, y tenía el poder religioso. Cada emperador tenía la potestad de elegir a su sucesor, al que asociaba a las tareas de gobierno confiriéndole el título de césar.
El sucesor no era necesariamente hijo del Emperador. En muchos casos, la sucesión fue de tío a sobrino (Justiniano, por ejemplo, sucedió a su tío Justino I y fue sucedido por su sobrino Justino II). Otros personajes llegaron a la dignidad imperial a través del matrimonio, como Nicéforo o Romano IV.
Si bien el emperador elegía a su sucesor, fueron muchos los que llegaron al poder al ser proclamados emperadores por el Ejército (como Heraclio I o Alejo I Comneno), o gracias a las intrigas cortesanas, a veces aderezadas con numerosos crímenes. Para evitar que los emperadores depuestos y sus familiares reivindicaran el trono eran con frecuencia cegados y, en ocasiones, castrados, y confinados en monasterios. Un caso peculiar es el de Justiniano II, llamado Rhinotmetos ('Nariz cortada'), a quien el usurpador Leoncio cortó la nariz y envió al destierro, aunque recuperaría posteriormente su trono. Estos crímenes atroces fueron sumamente frecuentes en la historia del Imperio Bizantino, especialmente en las épocas de inestabilidad política.
http://es.wikipedia.org/skins-1.5/common/images/magnify-clip.pngEl escudo del Imperio Bizantino, cuando gobernaban los Paleólogos, hace referencia al papel político y religioso del Emperador; el águila bicéfala porta en una pata un orbe o una cruz (la Iglesia); y en la otra, una espada (Estado).
La figura del Emperador estaba especialmente relacionada con la Iglesia, que se convirtió en un factor estabilizador, y especialmente con el Patriarca de Constantinopla. El Emperador y el Patriarca tenían una relación de mutua interdependencia: si bien el emperador designaba al Patriarca, era éste el que sancionaba su acceso al poder mediante la ceremonia de coronación. Entre uno y otro hubo en la historia de Bizancio muchos momentos de tensión, pues los intereses del Estado diferían a veces de los de la Iglesia. En la última etapa del Imperio, por ejemplo, cuando los emperadores, para obtener la ayuda de Occidente frente a los turcos, intentaron restaurar la unidad religiosa de su iglesia con la de Roma, se encontraron con la tenaz resistencia de los patriarcas.
El Ejército
El Ejército bizantino fue durante siglos el más poderoso de Europa. Heredero del Ejército romano, en los siglos III y IV fue sustancialmente reformado, desarrollando sobre todo la caballería pesada.
La armada bizantina tuvo un papel preponderante en la hegemonía del Imperio, gracias a sus ágiles embarcaciones, llamadas dromos y al uso de armas secretas como el «fuego griego». La superioridad naval de Bizancio le proporcionó el dominio del Mediterráneo oriental hasta el siglo XI, cuando empezó a ser sustituida por el incipiente poder de algunas ciudades-estado italianas, especialmente Venecia.
En la defensa de Bizancio jugó un importante papel la hábil diplomacia de sus emperadores. Los pagos de tributos mantuvieron mucho tiempo alejados a los enemigos del Imperio, y su servicio de espionaje logró salvar situaciones que parecían desesperadas.
Una de las debilidades del Ejército bizantino, fue la necesidad de recurrir a tropas mercenarias, de fidelidad dudosa. Entre los cuerpos mercenarios más conocidos está la famosa guardia varega. La crisis más terrible que los mercenarios causaron en el Imperio fue seguramente la revuelta de los almogávares, en el siglo XIV.
El arte de la estrategia alcanzó un gran auge en época bizantina, e incluso varios emperadores, como es el caso de Mauricio escribieron tratados sobre el arte militar. Estas doctrinas ensalzaban el sigilo, la sorpresa y el liderazgo de los comandantes.
Religión
Uno de los rasgos más característicos de la civilización bizantina es la importancia de la religión y del estamento eclesiástico en su ideología oficial. Iglesia y Estado, emperador y patriarca, se identificaron progresivamente, hasta el punto de que el apego a la verdadera fe (la «ortodoxia») fue un importante factor de cohesión política y social en el Imperio Bizantino, lo que no impidió que surgieran numerosas corrientes heréticas.
El cristianismo primitivo tuvo un desarrollo mucho más rápido en Oriente que en Occidente. Es muy significativo el hecho de que el Concilio de Calcedonia reconociera en 451 cinco grandes patriarcados, de los cuales sólo uno (Roma) era occidental; los otros cuatro (Constantinopla, Jerusalén, Alejandría y Antioquía) pertenecían al Imperio de Oriente. De todos ellos, el principal fue el Patriarcado de Constantinopla, cuya sede estaba en la capital del Imperio. Las otras tres sedes fueron separándose paulatinamente de Constantinopla, primero a causa de la herejía monofisita, duramente perseguida por varios emperadores; luego, con motivo de la invasión del Islam en el siglo VII, las sedes de Alejandría, Antioquía y Jerusalén quedaron definitivamente bajo dominio musulmán.
Durante el siglo VII, hubo algunos intentos de la Iglesia Ortodoxa por atraerse a los monofisitas, mediante posturas religiosas intermedias, como el monotelismo, defendido por Heraclio I y su nieto Constante II. Sin embargo, en los años 680 y 681, en el III Concilio de Constantinopla se retornó definitivamente a la ortodoxia.
La Iglesia Ortodoxa sufrió otra crisis importante con el movimiento iconoclasta, primero entre los años 730 y 787, y luego entre 815 y 843. Se enfrentaron dos grupos religiosos: los iconoclastas, partidarios de la prohibición del culto a las imágenes o iconos, y los iconódulos, que defendían esta práctica. Los iconos fueron prohibidos por León III comenzando así las más agrias disputas. Esto no se resolvió hasta que la emperatriz Irene convocó el II Concilio de Nicea en 787 que reafirmó los iconos. Esta emperatriz consideró una alianza con Carlomagno que hubiera unido ambas mitades de la Cristiandad, pero que fue desestimada.
El movimiento iconoclasta resurgió en el siglo IX, siendo derrotado definitivamente en 843. Todos estos conflictos internos no ayudaron a resolver el cisma que se estaba produciendo entre Occidente y Oriente.
CONTINUACIÓN  RELIGION BIZANTINA

En el siglo IX destaca la figura del patriarca Focio, que por primera vez rechazó el primado de Roma, abriendo una historia de desencuentros que culminaría en 1054, con el llamado Cisma de Oriente y Occidente. Focio se esforzó también en equiparar el poder del patriarca al del emperador, postulando una especie de diarquía o gobierno compartido.
El cisma contribuyó, sin embargo, a la transformación de la Iglesia Ortodoxa en una iglesia nacional. Esto se reforzó más aún con la humillación sufrida en 1204 por la invasión de los cruzados y el traslado temporal de la sede patriarcal a Nicea.
Durante el siglo XIV se desarrolló una importante corriente religiosa, conocida como hesicasmo ( que puede traducirse como 'quietud' o 'tranquilidad'). El hesicasmo defendía el recogimiento interior, el silencio y la contemplación como medios de acercamiento a Dios, y se difundió sobre todo por las comunidades monásticas. Su máximo representante fue Gregorio Palamás, monje de Athos que llegaría a ser arzobispo de Tesalónica.
Desde finales del siglo XIII hubo varios intentos de volver a la unidad religiosa con Roma: en1274, en 1369 y en 1438, para conseguir la ayuda occidental frente a los turcos. Sin embargo, ninguno de estos intentos llegó a prospera.
Cultura Bizantina
En los orígenes del Imperio Bizantino existió una situación de diglosia entre el latín y el griego. El primero era la lengua de la administración estatal, en tanto que el griego era la lengua hablada y el principal vehículo de expresión literaria. La Iglesia y la educación utilizaban también el griego. A esto debe añadirse que algunas regiones del Imperio empleaban otras lenguas, como el arameo y su variante el siríaco en Siria y Palestina, y el copto en Egipto.
Con el tiempo, el latín fue definitivamente desplazado por el griego, que se convirtió también en la lengua de la administración imperial.  El latín, sin embargo, continuó apareciendo en inscripciones y en monedas hasta el siglo XI.
La invasión del Islam y la pérdida de las provincias orientales propiciaron una mayor helenización del Imperio. El griego hablado en el Imperio era el resultado de la evolución del griego helenístico, y suele denominarse griego medieval o griego bizantino. Existían grandes diferencias entre el lenguaje literario, deliberadamente arcaico, y el lenguaje hablado, la koiné popular, muy rara vez utilizada en la literatura.
La literatura, como en general la cultura bizantina en todos sus aspectos, se caracteriza por tres elementos: helenismo, cristianismo e influjo oriental. Helenismo porque continúa la tradición de la Grecia clásica. Cristianismo porque esa fue desde Constantino la religión del Imperio, influjo oriental por la estrecha relación con pueblos asiáticos y africanos.
Arquitectura
La arquitectura bizantina es heredera de la arquitectura romana y la arquitectura paleocristiana. Es una arquitectura esencialmente religiosa, aunque no faltaron los edificios civiles de importancia
Legado
El Imperio Bizantino fue un Imperio multicultural, que nació como cristiano y heredero de la tradición romana, comprendiendo la zona de Oriente y que desapareció en 1453 como un reino griego ortodoxo. El escritor británico Robert Byron lo describió como el resultado de una triple fusión: un cuerpo romano, una mente griega y un alma oriental.
Bizancio fue la única potencia estable en la Edad Media. Su influencia sirvió de factor estabilizador en Europa, sirviendo de barrera contra la presión de las conquistas de los ejércitos musulmanes y actuando como enlace hacia el pasado clásico y su antigua legitimidad.
La caída del Imperio fue traumática, tanto que durante mucho tiempo se consideró 1453 como la división entre la Edad Media y la Edad Moderna
Desde el punto de vista comercial, Bizancio era el punto de partida de la Ruta de la Seda, el eje económico que unía Europa con Oriente, importando materias de lujo como seda y especias. La interrupción de esta ruta con motivo de la desaparición del Imperio Bizantino provocó la búsqueda de nuevas rutas comerciales, llegando españoles y portugueses a América y África en busca de rutas alternativas. Los portugueses, que acabaron la Reconquista antes y dispusieron de los recursos necesarios con antelación crearon un Imperio atlántico que permitía alcanzar la India al circunnavegar África. Los españoles, posteriormente, patrocinarían a Cristóbal Colón y a los conquistadores, que supondrían la creación de un imperio que transformaría a España en la primera potencia mundial.
Bizancio desempeñó un papel inestimable para la conservación de los textos clásicos, tanto en el mundo islámico como en la Europa occidental, donde sería clave para el Renacimiento. Su tradición historiográfica fue una fuente de información sobre los logros del mundo clásico. Hasta tal punto fue así, que se cree que el resurgir cultural, económico y científico del siglo XV no hubiera sido posible sin las bases establecidas en la Grecia bizantina.
La influencia de Bizancio en asuntos como la teología sería vital para pensadores europeos como Santo Tomás de Aquino. Asimismo se ha de mencionar que el Imperio fue clave en la extensión del cristianismo, que definiría Europa durante siglos.
El cisma de Oriente fue su mayor foco espiritual. También fue responsable de la evangelización de los pueblos eslavos, gracias a misioneros tan célebres como Cirilo y Metodio que evangelizaron a los pueblos eslavos y desarrollaron un sistema de escritura que aún hoy en día se sigue utilizando en muchos países, el alfabeto cirílico. Por último es notable su influencia en las iglesias Copta, Etíope, y la de Armenia.
LA INVASION MUSULMANA
En el año 711 penetraron en Europa nuevos invasores: LOS MUSULMANES. Con este nombre se le conoció no a un pueblo sino a los creyentes de  una religión revelada, denominada Islam.
EL NACIMIENTO DEL  ISLAM
La palabra Islam en árabe significa “sumisión a Ala” (Dios), además tiene otros significado. Por un lado, es la religión que predicó Mahoma en el siglo VII, por el otro es el imperio conquistado por los musulmanes.
La religión islámica nació en Arabia y extendió a las regiones vecinas
MAHOMA, fue el líder que uniría a los árabes religiosa y políticamente, predicó la fe de un Dios único, llamado  el profeta de ALÁ, nació en la ciudad de la Meca (cuidad santa del Islam) en el año 571, en el seno de una familia de comerciantes acomodados. A los 40 años empezó a predicar una nueva religión, el Islam, palabra que significa sometimiento a Dios.
Esta religión no fue aceptada  en la Meca y Mahoma tuvo que huir a la ciudad de Medina en el año 622.Esta fecha se conoce como HÉGIRA y marca el comienzo del calendario musulmán. Pocos años después Mahoma regresó victorioso a la Meca y de allí extendió el Islam.
Mahoma a medida que conquistaba adeptos para la nueva religión logró unificar, al constituirse igualmente en jefe político a las distintas tribus que reconocieron su autoridad.
Tras la muerte de Mahoma, los ejércitos musulmanes extendieron  la nueva religión a través de la YIHAD o guerra santa, y crearon un gran imperio, la expansión se realizó en varias etapas:
·         Durante el CALIFATO ORTODOXO (632-661), los musulmanes conquistaron Siria, Palestina, Persia y Egipto y comenzaron las luchas contra el Imperio Bizantino. La máxima autoridad era CALIFA. Los primeros pertenecían a la familia de Mahona; los enfrentamientos internos por el poder dieron lugar paso a una nueva dinastía.
·         La DINASTIA OMEYA (661-750) trasladó la capital del Imperio a Damasco, afianzó la expansión del Islam en los territorios del norte de África y conquisto la península Ibérica, pero fracasó en las ofensivas contra los bizantinos.
·         DINASTIA ABASIDA (750-1258) la capital se trasladó a Bagdad, se multiplicaron las luchas internas y comenzó la desintegración del Imperio.
En el año 711, aprovechándose de la debilidad del reino visigodo de España, el ejército musulmán proveniente de norte de África invadió la península Ibérica. En menos de cuatro años dominaron por completo a sus habitantes y la incorporaron al Imperio en calidad de provincia
El objetivo de los musulmanes era apoderarse de toda Europa, pero no lo lograron por la ofensiva del ejército franco.
RELIGION MUSULMANA
El CORÁN es el libro sagrado del Islam que contienen obligaciones que los musulmanes deben guardar. Como:
·         La profesión de fe
·         La oración cinco veces al día
·         La peregrinación hacia la Meca
·         El ayuno, la limosna
·         La defensa de la religión
·         La prohibición de comer carne de cerdo, beber alcohol o practicar juegos
de azar.
LA MEZQUITA es el lugar de reunión para la oración
La religión musulmana prohíbe la representación de figuras humanas.
LA CIVILIZACION MUSULMANA
El Islam desarrolló una brillante civilización en la que los aportes de la cultura árabe convivían y se mezclaban con las de culturas anteriores.
Los musulmanes crearon grandes bibliotecas, cultivaron la poesía y la música y escribieron libros de viajes, de geografías y de historia. Compusieron relatos como los cuentos de LAS MIL Y UNA NOCHE.
Los musulmanes trajeron de India y China el papel, la pólvora, la brújula fueron excelentes astrónomos y grandes matemáticos.
Adoptaron el uso del cero y la numeración arábiga, inventaron el algebra y perfeccionaron  la aritmética y la trigonometría.
Fueron grandes médicos, conocimiento de técnicas de anestesias y cirugía.

LA  ALTA EDAD MEDIA
De todos los reinos fundados por los germanos, el de mayor importancia, por su larga duración y por ser el núcleo del primer intento de unidad política europeo, fue  el llamado

IMPERIO CAROLINGIO.
El Imperio Carolingio se encontraba delimitado geográficamente en el interior por los ríos Loira y Rin, y externamente por los mares Adriático y Báltico.
Este imperio fue fundado en el siglo V, en la antigua provincia romana de Galia, por el rey franco de la dinastía de los merovingios, Clodoveo, y llegó a su apogeo en el siglo VIII en el gobierno del emperador Carlomagno (742 a 814),del cual tomó su nombre.

                       Ubicación del imperio Carolingio

El Imperio Carolingio es una realidad política que se da en un periodo de la historia europea derivado de la política de los reyes francos, Pipino y Carlomagno, y que supuso un intento de recuperación en los ámbitos político, religioso y cultural de la época, siendo un hecho relevante e importante, la coronación de Carlomagno como emperador en Roma.
Los carolingios
La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el Viejo, ambos descritos por Fredegario como los señores más importantes de Austrasia. La familia consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo VII consiguiendo que el oficio de mayordomo de palacio fuese hereditario, y convirtiéndose así en los verdaderos gobernantes de los francos; mientras que los reyes merovingios quedaban reducidos a un papel nominal, es por ello que se les denomina «Reyes holgazanes»
El mayordomo de palacio de todos los reinos merovingios, Pipino el Breve (hijo del  mayordomo Carlos Martel y descendiente de Pipino el Viejo), logró destronar a su rey merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo del Papa Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el Papa Esteban II en 754. Así, aunque Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del Papa.
En efecto, Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa Esteban II, quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de Constantino en París, y le ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en Saint-Denis, declarándole «patriciusRomanorum» («protector de los romanos»). El año siguiente, Pipino cumplió la promesa hecha al papa y recuperó el exarcado de Rávena, recientemente perdido ante los lombardos, entregándoselo al papa en lugar de devolvérselo al emperador bizantino. Pipino entregó también los territorios reconquistados en los alrededores de Roma, dando pie a la creación de los Estados Pontificios en la Donación de Pipino, que dejó en la tumba de San Pedro. El pontífice tenía buenas razones para esperar de la reconstruida monarquía franca que proporcionara una base de poder leal  en la creación de un nuevo orden mundial, centrado en la figura del papa.
Carlomagno
CARLOMAGNO   
Reino desde 768 hasta 814, dándole un impulso definitivo a la consolidación del cristianismo. Con bases en las ideas católicas emprendió la creación de un gran imperio el cual llegó a dominar a casi toda Europa Occidental.
Su reinado tuvo importantes efectos porque  impulso una adecuada organización administrativa.
Otro logro importante de los carolingios, fue el pequeño impulso que dieron a las artes y a la cultura, las cuales habían desaparecido casi por completo desde los días de las invasiones
Pipino repartió el reino a su muerte en 768, entre sus hijos Carlomagno restableció un equilibrio de poder entre el emperador y el papa.
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio Franco (las últimas incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804 por los AnnalesRegniFrancorum). Esta campaña se sumó a la práctica de líderes cristianos no romanos que provocaban la conversión de sus vecinos por la fuerza. Los misionarios católicos francos, junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra anglosajona, habían penetrado en territorio sajón desde mediados del siglo VIII, resultando en un aumento de los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a los empeños misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente sajón de Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte de unos acuerdos de paz, pero otros líderes sajones continuaron con la lucha. Tras su victoria en el 782 en Verden, Carlomagno ordenó la matanza masiva de miles de prisioneros sajones paganos. Tras varios levantamientos más, los sajones sufrieron la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el Imperio Franco hacia el este, hasta el río Elba, algo que el Imperio Romano sólo intentó una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d. C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster, Paderborn y Osnabrück.
Al mismo tiempo (773774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al Vaticano y la promesa al papado de continuar la protección por parte de los francos.
En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras aplastar la revuelta, éste incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los horizontes de sus dominios, redujo de manera drástica el poder y la influencia de los agilolfingos (la familia de Tasilón), otra de las familias influyentes de entre los francos y sus potenciales rivales. Hasta el 796, Carlomagno continuó expandiendo su reino todavía más hacia el sureste, hasta la actual Austria y a partes de Croacia.
El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador que gobierna el Imperio Romano», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada, puesto que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su hijo Carlos el Joven como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos llevados a cabo por el papado para definir los papeles de auctoritas papal y potestas imperial; así como para considerarle como sucesor de los emperadores romanos. Esto originó una serie de disputas con los bizantinos por el nombre de Imperio Romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el emperador bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (basileus), pero no como emperador de los romanos, título que se reservó el bizantino como el verdadero sucesor de los emperadores romanos. La coronación sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía carolingia entre los francos.
Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en su Capilla Palatina.
Carlomagno tuvo varios hijos, pero sólo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso, quien sucedió a su padre al frente del imperio unificado. Tras tres guerras civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse el territorio en el tratado de Verdún, en 843:
1. El hijo mayor (de los que sobrevivieron), de Luis, Lotario I emperador desde el año 817, le correspondió los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su vez, sus hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional). Estas zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.
2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del este. Esta zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano Germánico, que con el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.
3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste, en disputa con su sobrino Pipino II de Aquitania. La zona que ocupó llegaría a ser la actual Francia.
 El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo.
Más tarde, mediante el tratado de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una nueva división de los territorios, en detrimento de Lotaringia.
El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos III el Gordo reunió la mayor parte del Imperio Carolingio, sólo Bosón de Provenza resistía como rey en Vienne.
A finales de 887, su sobrino, Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título de rey de los francos del este ( actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco después.
El 13 de enero de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios. En la Francia occidental, Odón, conde de París fue elegido rey y fue coronado al mes siguiente, pero en Aquitania Ranulfo se proclamó rey.
Diez años más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia, donde gobernaron hasta 987, año de la muerte del último rey de la dinastía carolingia Luis V.
CAUSAS DE LA DISGREGACIÓN DEL IMPERIO
A pesar de sus esfuerzos, Carlomagno no logró dotar a su Imperio de una organización política que pudiera subsistir por sí misma a las amenazas que se cernían sobre él. Toda la organización del Imperio descansaba sobre una condición necesaria: la fidelidad de los nobles al Emperador y Rey de los Francos y de los lombardos. Todo ello en un contexto económico y social en el cual los condados se volvían cada vez más autónomos: en principio, como resultaba muy costoso mantener a un guerrero a caballo con todo su equipamiento, sólo los grandes propietarios podían permitírselo y los restantes hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a un señor como vasallos.
 Hay que destacar que no existía un ejército permanente en el Reino de los Francos sino que se realizaban levas de armas y cada guerrero debía equiparse por su cuenta.
Se vivía en una sociedad rural cuya economía era la agricultura de subsistencia, las ciudades estaban despobladas y reducidas a su mínima expresión y el comercio había prácticamente desaparecido.
La burguesía aún no había surgido como clase social y las provincias tenían que subsistir con sus propios recursos.
Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta intermediaria de los nobles a quienes sus vasallos debían responder. Era sólo cuestión de tiempo que en un tan extenso Imperio en el cual las comunicaciones eran tan escasas y deficientes, los vasallos respondieran más a sus señores locales que al Emperador.
Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario y bien ganado prestigio, su mano firme y su férrea voluntad, y los beneficios que reportaban a la nobleza las conquistas territoriales, hicieron que se le obedeciera por encima de la desintegración. Únicamente si su sucesor hubiera sido un rey con los talentos de Carlomagno hubiera tenido el Imperio posibilidades de sobrevivir. Pero su hijo Carlos, quien tenía un gran talento militar y a quien Carlomagno había confiado algunas de sus misiones más difíciles, lamentablemente no le sobrevivió.
Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que nos permite deducir que algo malo estaba pasando con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el esqueleto del Imperio. En el verano del año 807, muy pocos de los señores y guerreros convocados a la asamblea anual se presentaron y, por primera vez, la asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin precedentes. Carlomagno lo interpretó como una rebelión a su autoridad, envió a sus missi a investigar cada condado y castigó con edictos esa creciente deserción.
Muerto Carlomagno y dado el poco talento político de su hijo y sucesor Luis el Piadoso, los hechos se precipitaron. Las guerras civiles entre el monarca y sus hijos acabaron con el prestigio del Emperador. La fidelidad que sólo se mantenía por la extraordinaria figura de Carlomagno desapareció y el Imperio,  terminó debido a  los ataques de los nórdicos, dando paso al pleno auge del Feudalismo.
El Imperio era inviable dadas las condiciones económicas, políticas y sociales de la época y sólo la fortísima personalidad y el talento de Carlomagno habían podido sostenerlo.
EL LEGADO CAROLINGIO
La unificación de la mayor parte de lo que hoy conocemos como Europa central bajo el mando de un sólo líder sirvió de sustrato para la continuación de lo que se conoce como «Renacimiento carolingio». A pesar de las guerras internas casi constantes que tuvo que soportar el Imperio Carolingio, la extensión del gobierno franco y la cristiandad romana en un territorio tan vasto aseguró una unidad fundamental durante el imperio.
Cada parte del Imperio Carolingio se desarrolló de manera distinta; el gobierno y la cultura de los francos dependían en gran medida de cada uno de los líderes y de sus objetivos. Objetivos que cambiaban tan fácilmente como las alianzas políticas entre las distintas familias francas. De todos modos, esas familias, incluidos los carolingios, compartían todas las mismas creencias básicas e ideas de gobierno. Ideas y creencias que tenían sus raíces en un pasado proveniente tanto de la tradición germánica como romana.
POLÍTICA INTERIOR
Carlomagno dividió el territorio en marcas, condados y ducados:
•           Condados: era la unidad de la circunscripción administrativa encomendada a un conde con el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus judicial, dirigir los contingentes militares, cobrar impuestos y ordenar el gasto. Eran nombrados por el rey, que les otorgaba poder militar, administrativo y judicial.
•           Marcas: en las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se unifica en manos de un marqués, aunque los condes conservaban el resto.
•      Ducados: podían designar un título de prestigio que aludiese a una categoría de mando elevada, sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo o externo al imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar las armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los territorios.
El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras instituciones de la Administración eran la cancillería, que dirigía los asuntos civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba las leyes a los habitantes del Imperio.
Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una parte de fisco que la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor.
ECONOMÍA
La economía del Imperio Carolingio
El comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a unos pocos artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo por el Islam se acabó la actividad comercial regular, la circulación constante y organizada, así como la clase de mercaderes profesionales o de sus establecimientos en las ciudades. Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se destacó el empobrecimiento general de la época. La circulación de dinero se volvió lenta e insuficiente. Aunque el imperio de Carlomagno fue muy brillante culturalmente hablando, en el aspecto económico fue un siglo de regresión. Los recursos del soberano se limitaron a las rentas de sus dominios, a los tributos de los pueblos vencidos y al botín de guerra.
La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad territorial. El estado Carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era insignificante y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más trabajo que el rural. La desaparición de los pequeños propietarios libres se aceleró, la necesidad de protección los obligó a buscar la tutela de los poderosos.
Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de la población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo indispensable para la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios, que vivían en el dominio. La economía de cambio fue sustituida por una economía de consumo. Cada dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior, constituyó un pequeño mundo aparte. Vivió de sí mismo y para sí mismo.


BIBLIOGRAFÍA
Borja Gómez Jaime Humberto  .Procesos Sociales 7.Editorial Santillana S.A. Bogotá  1995
Ortiz Rodríguez María Carlota y otros. Ejes Sociales 7 Grupo Editorial Educar. Bogotá 008.
Jiménez   Monquí  Jenny Rocío y otros. Socialmente  7 Editorial Voluntad
Direcciones Electrónicas para ampliar tus conocimientos
www.wilkipedia.com
http://www.monografias.com/trabajos4/feudal/feudal.shtml
http://mgar.net/var/cruzadas.htm